Quizás empiecen a acercarse los días en que tenemos que pensar en el futuro. Todavía doloridos por lo que estamos viviendo, no podemos quedarnos parados ante la catástrofe, ni seguir lamentándonos mientras nos lamemos las heridas buscando culpables. Cada día está siendo más brutal que el anterior, pero sabemos que vamos a salir de esta. Por eso, empiezo a plantear ideas de cosas que deben cambiar, a la luz de lo aprendido en las últimas semanas de coronavirus.
Pensando el futuro, he aquí diez propuestas de cambios basadas en lo que estamos viviendo:
- Será necesario generar mucho empleo y los mayores yacimientos están en los sectores de la economía verde. Tenemos la oportunidad y la necesidad de alejarnos lo más posible de ser una sociedad de servicios (en especial turísticos) y diversificar nuestra economía. Impulsar sectores como las energías renovables, la industria verde, el reciclaje o la gestión y cuidado de nuestros espacios protegidos, pueden servir para generar millones de empleos, y alejarnos de la actual superdependencia del turismo.
- Esta crisis ha puesto de manifiesto que no puede derivarse toda la producción a otros continentes, porque nos deja en una posición de extrema debilidad. Se acabó el «todo made in china». Es necesario recuperar la producción de muchos bienes. No se trata de una autosuficiencia obsoleta, sino de mantener una capacidad de producción suficiente. De una nueva reindustrializacion, pero en verde.
- La capacidad de producción de alimentos ésta siendo clave en estas semanas. Recuperar y poner en valor nuestro sector primario, y poner en valor el objetivo de la soberanía alimentaria. Recuperar nuestro medio rural, especialmente la España vaciada.
- Recuperar el valor de lo público. La crisis del coronavirus ha arrancado un consenso impensable hace sólo unas semanas alrededor de lo público. Se acabó machacar la sanidad pública, que se ha alzado como un escudo que ha defendido a nuestra sociedad frente a la pandemia.
- Poner en valor los cuidados (en especial de nuestros mayores, pero no sólo). Ha quedado en evidencia que los cuidados de los más débiles necesitan de una mayor dotación de recursos humanos y económicos, y ahí también hay un enorme yacimiento de empleo.
- La próxima pandemia es la crisis climática. La lucha contra el cambio climático debe ser una prioridad, y no una víctima de esta crisis. Nadie podrá decir que no estábamos avisados: la comunidad científica es unánime en la exigencia de medidas drásticas para hacer frente a la otra gran emergencia, la climática.
- Hemos comprobado que es posible reducir las emisiones de gases a escala global y en muy poco tiempo. El reto ahora es hacerlo manteniendo el empleo y la actividad económica. Podemos vivir contaminando menos.
- Una lección importante es que conservar la biodiversidad es la mejor garantía para evitar nuevas pandemias. Proteger el bosque, especialmente tropical, y perseguir el tráfico de animales se han convertido en políticas de salud pública, y no sólo en demandas ecologistas.
- Reducir la movilidad para respirar mejor. Hemos comprobado también cuantas cosas pueden hacerse online, sin necesidad de movernos tanto.
- Hay que repensar Europa, dejando atrás los días de las políticas neoliberales. La Unión Europea sólo tendrá futuro si afronta una transformación hacia políticas solidarias entre sus miembros, y mucho más sociales y ecologistas. Nos gusta Europa, pero la queremos diferente.
Se trata de sólo algunas de las cosas que debemos cambiar, pero si acertamos con ellas tenemos un futuro mejor por delante, y habremos hecho realidad aquello de que toda crisis es una nueva oportunidad.
[Artículo publicado en Ecologismo de Emergencia]
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