Resistencia verde contra Bolsonaro

Hay momentos y situaciones en los que no caben medias tintas: hay que tomar partido. Y este es el caso con Bolsonaro. Son muchas las ideas y las declaraciones de Bolsonaro que nos indignan: homofobia, apoyo a la tortura y el asesinato político, racismo, machismo… El personaje es una versión corregida y aumentada de Trump, y bajo su mandato puede llevarse por delante, también, el medio ambiente de su país. El problema, en este caso, es que la cosa no quedará ahí: de cumplir lo que ha venido anunciando, se llevará por delante el futuro de todos, y cualquier posibilidad de la humanidad de escapar de la acuciante crisis ecológica.

Muchas de sus declaraciones públicas puede que se queden en eso, en simples intenciones, sin ir más allá. De hecho, ya hace semanas que ha empezado a recular, aunque sólo por motivos electorales, en algunas de sus opiniones que más escándalo han provocado en la comunidad internacional. Pero con la ecología eso ya no es suficiente: la destrucción del Amazonas se va a acelerar de forma galopante poniendo en riesgo el ya más que frágil equilibrio climático global. No podemos olvidar que el bosque amazónico es clave en la absorción de CO2 y su desaparición. Su simple reducción sería desastrosa. Bolsonaro quiere “liberalizar” la Amazonia, es decir, abrirla a su total destrucción. Para ello no requiere de una gran acción gubernamental, al contrario, le basta con la presión de la agroindustria para eliminar la protección ambiental. Una presión que ya es brutal: cada año cuesta vidas a funcionarios, activistas e indígenas. Cuando el estado de Brasil decida abandonarlos a su suerte la situación se va a desbocar: nadie va a parar el fuego, las pistas, las talas, y los asesinatos.

No hace falta que Bolsonaro lleve adelante las medidas que ha anunciado – eliminación del ministerio de Medio Ambiente, y de las agencias que defienden a los indígenas y sus tierras – para que la destrucción ecológica se multiplique. Basta que haya llegado al poder, y la señal ya está dada. Sus colaboradores en los Estados amazónicos son los mismos que están destruyendo la selva todos los días. Su futuro Ministro de Agricultura (que se ocupará de lo que quede del medio ambiente) Nathan García, es dueño de propiedades y Mato Grosso donde cultiva soja, algodón maíz, y es presidente de la Unión Democrática Ruralista, y defiende, al igual que Bolsonaro, la salida de Brasil del Acuerdo de París contra el cambio climático. Ellos serán quienes, en teoría, ahora deberían hacer cumplir las leyes que protegen la selva y a sus habitantes. El zorro y las gallinas. No hay duda de lo que va a ocurrir.

Con ellos hay que dar por seguro que seguirán adelante los grandes proyectos de infraestructuras como la presa de Belo Monte, carreteras en la selva y como los males nunca vienen solos, también se completará la construcción de la central nuclear de Angra3.

No merece la pena profundizar mucho más. Bolsonaro trae de la mano la destrucción ecológica del pulmón del Planeta, y con ello el agravamiento del cambio climático. En un momento en que los científicos del IPCC de Naciones Unidas han levantado la voz de alarma y advertido de la urgencia de tomar medidas para salvar el clima, el mundo no se puede permitir este desastre. Hay que frenarlo. Ya sabemos que son muchos quienes en Brasil van a resistir las políticas y decisiones de Bolsonaro. Deben contar con todo nuestro apoyo.

 

(Artículo publicado en Ecologismo de Emergencia)

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *