Lo reconozco, soy amante del tren. De todos los sistemas de transporte me parece el mejor, y me disgusta que no reciba la atención que se merece, ni los recursos necesarios para su adecuado desarrollo. En España se ha promovido mucho más la carretera que el tren; la apuesta por el ferrocarril ha quedado reducida desde hace años a la alta velocidad, y se ha producido una inversión excesiva e innecesaria en el desarrollo de una nueva infraestructura viaria de alto coste (AVEs). La inversión en el tren convencional ha sido muy pequeña y ahora pagamos las consecuencias. Por otro lado, la renuncia al transporte de mercancías por ferrocarril en favor de la carretera es casi total en España.
Hace unos días hemos conocido la intención de el Ministerio de Fomento de eliminar al menos una veintena de rutas de ferrocarril de media distancia que no considera «rentables». Una de las primeras consecuencias del cierre de rutas es que muchas ciudades y pueblos españoles dejarán de ser accesibles en tren. Cada vez será más difícil llegar a determinados lugares en ferrocarril. Eso sí, la ministra de Fomento asegura que «no se eliminarán líneas, pero los trenes no pararán en estaciones»… que en realidad viene a ser lo mismo que eliminarlas. Pero ese concepto de «rentabilidad» es, desde mi punto de vista, cuestionable ya que la vertebración territorial que proporciona el transporte por ferrocarril es un valor a considerar, y más en un contexto de subida progresiva pero inflexible del coste de los combustibles fósiles que desincentive el uso del coche.
Al mismo tiempo está en marcha también un proceso de privatización progresivo del ferrocarril en España, en el marco del Real Decreto Ley de liberalización del sector, que abrirá a la competencia el transporte de viajeros en tren a partir del 31 de julio de 2013.
Toda la discusión sobre el cierre de algunas rutas de tren la promueve el mismo Gobierno que valora la creación de una empresa pública que asuma la deuda de las autopistas de peaje. De confirmarse este proyecto del Ministerio de Fomento, el Estado se verá obligado a asumir una deuda de más de 3.000 millones de euros, por la errónea decisión de algunas empresas de construir autopistas sin que el tráfico lo justifique.
Es posible que sea necesario asumir recortes en infraestructuras, pero es probable que eliminar líneas de ferrocarril no sea lo más acertado. Con planes sobre la mesa del Ministerio de Fomento de construir nuevas, costosas e innecesarias infraestructuras, se me antoja mucho más interesante mantener el tren convencional, que en estos tiempos de recortes será una buena solución alternativa para mantener los territorios conectados y comunicados.
Source: Huffington_Post
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