El Acuerdo del clima después del triunfo de Trump

El 4 de noviembre de 2016 entró en vigor el Acuerdo de París contra el Cambio Climático. Tras un proceso de ratificación de una rapidez inédita, un centenar de países se comprometieron a cumplir los objetivos establecidos en el mismo, según el cual hay que evitar el aumento de la temperatura media global por debajo de los 2 º C, y hacer todo lo posible para que no supere los 1,5 ºC. Esta entrada en vigor se produce sólo unos días antes de que Donald Trump ganara las elecciones en Estados Unidos, un hecho que sin duda tendrá consecuencias graves para el proceso.

Un día antes de la entrada en vigor del Acuerdo de París, un informe del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (Pnuma) hacía un llamamiento para un aumento en los compromisos de reducción de emisiones de un 25% más para 2030. Según el Pnuma el mundo se dirige a un aumento de temperatura de entre 2,9 º C y 3,4 ºC incluso si se cumplieran los objetivos establecidos por los países firmantes del Acuerdo de París. Las emisiones esperadas en 2030 sería entre 12 y 14 gigatoneladas por encima de lo calculado para evitar un calentamiento superior a 2ºC. El Acuerdo de París es, por tanto, una herramienta necesaria pero insuficiente.

En estas circunstancias la irrupción de Donald Trump es una noticia nefasta. Trump no ha disimulado su negacionismo climático. Lo ha hecho de forma pública y son muchas la referencias y los comentarios despectivos sobre el grave problema del cambio climático y contra los científicos que lo estudian y alertan sobre la gravedad del problema. Lo más suave que ha dicho sobre el cambio climático es que es un “cuento chino”, inventado para justificar que la industria americana tome medidas de las que se beneficiaría el gigante asiático. A partir de ahí es posible encontrar todo tipo de referencias de Trump sobre la cuestión, siempre despectivas.

La primera decisión de Donald Trump ya es muy significativa: nombrar a un negacionista del cambio climático, Myron Ebell, como director de la prestigiosa EPA (Agencia Americana de Medio Ambiente). Ebell es director del Center for Energy and Enviroment, un think tank de talante muy conservador. Se trata de una figura muy conocida en Estados Unidos como participante en debates desde el negacionismo climático más radical. Su misión va a ser clara: desmontar lo que pudo avanzarse en la época de Obama en materia de cambio climático. Lo esperable de la mano de un presidente cuya anunciada política en la materia es el apoyo al carbón, el petróleo, el fracking y dificultar el desarrollo de las energías renovables.

La estrategia de la administración Trump en las negociaciones internacionales no será probablemente la de dar el portazo al Acuerdo de París directamente. Lo esperable es que trabajen para bloquearlo y después desmantelarlo desde dentro. Las delegaciones de la administración de Estados Unidos en las reuniones de estos acuerdos suelen ser las más numerosas. Su capacidad de obstruir, obstaculizar, frenar e impedir avances en los acuerdos y en los compromisos  son casi infinitas. Además, la posición de Estados Unidos condiciona siempre la actitud de los otros países grandes, singularmente China, India. Brasil o Rusia. Las perspectivas, por tanto, son muy preocupantes ante la irrupción de Trump y sus acólitos en el proceso de negociaciones internacionales contra el cambio climático.

Ante esta situación ¿qué debe hacer la comunidad internacional? Desde mi punto de vista, la gravedad del problema del cambio climático es de tal calibre, y la necesidad de acción es tan urgente, que la comunidad internacional no puede quedarse parada por el esperable obstruccionismo de la administración Trump. No queda más remedio que seguir adelante, incluso sin Estados Unidos. No hay otra opción. El mundo no puede quedarse parado en la lucha contra cambio climático por mucho que Trump lo intente.

En este contexto vuelve a ser muy importante el papel de la Unión Europa. También es clave la movilización y la resistencia contra estas políticas dentro de los Estados Unidos. Europa debería asumir ahora un papel de liderazgo para que el Acuerdo de Paris siga adelante. No va a ser fácil porque va a requerir de valentía frente a la todopoderosa administración norteamericana, pero ahora más que nunca debe emerger un liderazgo alternativo que impulse la lucha contra el cambio climático. La sociedad civil debe acompañar el proceso y apoyarlo en lo posible denunciando cualquier intento de paralización o bloqueo, para evitar que este descarrile, porque ya no hay tiempo para volver a empezar.

 

 


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