«Aquí tienes que vivir al día. No puedes pensar en el futuro» Con estas palabras me recibió un preso común en la carcel danesa cuando me encerraron en el año 2009, por irrumpir con una pancarta en la cena de gala de la Cumbre de Copenhague. En esa reflexión debe estar varados los activistas de Greenpeace que desde hace mas de un mes están injustamente enjaulados en Murmansk (Rusia). De un dia para otro les han arrebatado su futuro, su condición de personas, y han pasado a ser meros sujetos del chantaje más vil. El mensaje del gobierno ruso es tan claro como inaceptable: no van a permitir que nadie interfiera con la explotación petrolífera el Artico.
Otro día hablaremos de las consecuencias ecológicas de la explotación petrolífera. Hoy me interesan los sentimientos de las personas encerradas por defender el bien común. No sabemos mucho de cómo les va ahí dentro porque la comunicación es muy pequeña. Algunos comentarios, algunas cartas que se han filtrado, nos dan una idea de la dureza de las condiciones de detención: bajas temperaturas, mucho frío, celdas pequeñas y compartidas, oscuridad, incomunicación e incertidumbre.
He leído por ahí que alguna activista ha dicho que «lo peor son los fines de semana». Lo recuerdo igual cuando estuve dentro. Los días entre semana habñia actividad, de vez en cuando se acercaba el abogado para hablar con alguno de nosotros; llegaba algún representante de las embajadas…ello nos daba cierto juego, porque dentro sólo te importan las noticias sobre cuándo vas a poder salir. Cualquier comentario, cualquier pequeño resquicio se convierte en una enorme ilusión. Pero al llegar el fin de semana todo se para. Silencio.
También he leído a alguno decir que «teme pudrirse en la cárcel». Estoy convencido que no ocurrirá, que seremos capaces entre todos de sacarles. Pero ese sentimiento es tan duro como real: al no tener información real sobre la evolución del caos, lo único que deben saber es que están acusados de un delito de piratería y, por tanto, pueden afrontar penas de entre 10 y 15 años de cárcel. Dentro de la cárcel eso pesa mucho.
Nunca ven el sol. Y según se va acercando el invierno lo verán todavía menos. Sólo cuando vives en esa oscuridad te das cuenta de lo que significa la luz.
Por eso una noche más ellos se quedan con sus angustias y sus incertidumbres. Su libertad arrebatada, y lo que es peor, sus vidas fuera de su propio control.
Una noche más os lo decimos: os queremos, aunque no os llegue.
(Este post está dedicado a los 28 activistas de Greenpeace y dos periodistas enjaulados en Rusia. El 24 de octubre Greennpeace ha pedido a los blogueros que hagamos un post por ellos)
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