Querido Pete,
Te escribo estas líneas sabiendo que quizás nunca llegues a leerlas. La entrega de correspondencia en prisión preventiva es muy escasa, si es que acaso existe. No sé cómo irá en Rusia, pero a mí en Copenhague no me llegó ni una de las cartas que me escribieron. Espero que de alguna manera os lleguen noticias de todo el cariño que estáis recibiendo, aunque estéis dentro.
Tuve la suerte de navegar contigo en las frías costas del archipiélago de Svalbard en octubre de 2009, poco antes de la Cumbre de Copenhague. Nunca olvidaré esa campaña, ni aquellos acantilados cubiertos por el hielo, ni la pared del frente del glaciar en el que nos quedamos varados durante unas horas. Recuerdo aquellos ratos de conversación en el puente del Arctic Sunrise, comentando lo que podríamos esperar de aquella Cumbre. Al final no salió bien, Pete, y los contaminadores siguen a sus anchas. Tal vez la próxima.
Ahora veo tu cara en las fotos que han circulado por ahí, en las que estáis entre rejas, como si fuerais peligrosos delincuentes. Te veo preocupado, agobiado por una situación que está completamente fuera de vuestro control. Quería decirte, aunque sé que no te llegará, que hay mucha gente con vosotros; que os apoyamos y admiramos vuestra acción, y que nos produce una indignación profunda veros enjaulados.
Entiendo tu preocupación. Al fin y al cabo como capitán de la nave, siempre has cuidado de la gente a bordo. No debe ser fácil ver a los activistas más jóvenes encerrados sin una perspectiva clara de lo que va a ocurrir. Lo peor, lo decía el otro día una joven brasileña, es la incertidumbre; esa sensación de no saber qué van a hacer contigo tras esos injustos dos meses de prisión preventiva que os han colgado. Espero que, aunque el momento sea difícil, seas capaz de mantener la misma serenidad que siempre has mantenido y transmitido a bordo.
Espero que salgáis mucho antes. Somos muchos los que estamos luchando para que eso ocurra. Ya más de un millón (¡eso es mucha gente!) de personas han firmado por vuestra libertad inmediata. Ya sé que de nada sirve saber eso cuando estás encerrado. Cuando te han arrebatado de un día para otro el control de tu vida, y estás en manos de los carceleros. Al menos que lo sepas.
Justo cuando estabais haciendo la acción en aguas del Ártico contra la plataforma de Gazprom, se conoció el último informe sobre cambio climático del Panel de Naciones Unidas. La situación es dramática. A nadie parece importarle que nuevamente los científicos reconozcan que es la actividad humana la que está cambiando el clima, y que estamos llevando al Planeta a una crisis ecológica sin precedentes. A vosotros sí y os damos las gracias por ello y por pasar a la acción.
No merecéis estar ahí. Lo sabemos, y vuestros carceleros también lo saben. Y no me refiero al que lleva las llaves de la celda, sino a los que han mandado que se os encierre. Os retienen porque de esa manera quieren meter el miedo a la gente, y evitar nuevas protestas contra la explotación petrolífera en cualquier lugar. Ya lo intentaron en Copenhague, pero no lo han conseguido. Tampoco esta vez lo conseguirán, estoy seguro.
Viviste como capitán del Rainbow Warrrior el doloroso atentado de 1985 en el que murió Fernando Pereira. Entonces fueron los servicios secretos franceses, hoy el gobierno ruso. Aquello te comprometió para siempre con la lucha por el Planeta. En los últimos años has dedicado tu esfuerzo a defender el Ártico.
Te han cambiado la libertad del mar que tanto amas, por las cuatro paredes de una oscura celda. Ahí no llega el viento, ni se escucha el resoplar de las belugas. Qué enfermo debe estar el mundo, que permite que encarcelen a gente como vosotros. Pero que no te quepa duda de que vamos a sacarte, sacaros, de ahí. Os queremos fuera.
Un fuerte abrazo, y nos vemos pronto!
Juantxo
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