La vuelta de las corridas de toros a TVE es un paso más en la estrategia del Partido Popular para levantar una actividad en franca decadencia. Las plazas se vacían, el público les da la espalda y en definitiva, el espectáculo no podría continuar si no fuera por las constantes y abundantes ayudas públicas que recibe. Esta campaña gubernamental no podría desarrollarse si no viniera acompañada de los vítores de airados pro-taurinos que arremeten contra quien opina que los toros no deben volver a TVE, y menos en horario infantil.
No soy el único que piensa que se debe eliminar de la parrilla pública cualquier imagen festiva en la que se maltrate y se sacrifique cualquier tipo de animal. Somos muchos los que así pensamos, ya que entendemos que este tipo de espectáculos son contrarios a la educación en un valor básico en este siglo XXI como es el de el respeto a los seres vivos que comparten este planeta con nosotros.
La estrategia para emitir toros en horario infantil está diseñada desde hace tiempo, y comenzó con la modificación del libro de estilo de RTVE allá por el mes de febrero. Sin embargo no parece que la normativa vigente en RTVE permita esa emisión, por más que el gobierno la haya introducido, y no por la puerta grande, sino por la puerta de atrás.
Desde luego, soy contrario a que la televisión pública emita corridas de toros y ejerzo mi derecho a expresarlo libremente. No sólo estoy en contra de los toros en TVE, sino también en Canal Sur y en cualquier otra televisión pública. Y lo estoy porque la televisión pública se paga con los impuestos de todos, y somos muchos los que no queremos que el maltrato animal sea un espectáculo promovido gracias a nuestros impuestos.
Lamento que el crítico de toros de El Mundo esté tan falto de argumentos para defender las corridas de toros, que tenga que insistir en una descalificación que, por dolorosa que sea, no le aporta un ápice de razón en sus posturas. Vaya por delante que calificar a alguien de algo tan grave como nazi, por el mero hecho de sostener una posición discrepante de la suya es una aberración. Mucho más lo es todavía insistir en tan grave insulto días después de la polémica, cuando se le invitó a rectificar.
Enrevesado es el razonamiento de Zabala: porque los nazis dictaron leyes contra el maltrato animal, todos los que defendemos a los animales somos al parecer unos nazis (!!!) En un país en el que los que peinamos canas recordamos cómo las corridas de toros eran emitidas profusamente por aquella TVE de nuestra niñez. Somos muchos los que recordamos que eran presididas con harta frecuencia por aquel dictador al que el comentarista de turno llamaba «su excelencia el jefe del Estado», y el resto llamábamos Franco. Reconozco, eso sí, que al ser aquella televisión en blanco y negro la sangre del toro era una mancha gris brillante en el lomo del animal y no resaltaba el rojo de la sangre fresca como lo hacen las grandes y coloristas pantallas de hoy.
Aquel dictador gustaba de la «fiesta nacional», porque supongo que exaltaba los valores que defendía.
La relación del franquismo con los toros es obvia, y está profusamente documentada en los NO-DOs de la época. SIn embargo ese hecho en sí mismo no es un argumento contra las corridas de toros, ni convierte a sus defensores en fascistas. Yo no lo creo, y por eso no lo digo.
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