Gerhard Schick y Juan López de Uralde
Hoy los bancos españoles dependen casi por completo del soporte vital
del Banco Central Europeo, ya que no obtienen más dinero de los
inversores internacionales. También el estado español está en el foco
de los mercados financieros: la prima de riesgo está por encima de los
400 puntos respecto al bono alemán y los intereses de los bonos han
subido por encima del umbral crítico del 6%. Muchos observadores creen
que España ya no es capaz de hacer frente a esta situación sin la
ayuda específica de uno de los fondos europeos.
¿Cómo se ha llegado a este punto? La responsabilidad es de los líderes
europeos y de los dos principales partidos españoles cuyas políticas
no sólo no han frenado el endeudamiento de España sino que han
sembrado más dudas sobre la solidez de la política fiscal española.
La actual escalada sólo puede sorprender a aquellos que creyeron en
los cuentos de los economistas y políticos que han venido repitiendo
que el problema en Europa son los gastos irresponsables de los
gobiernos en los países en crisis y, por lo tanto, la confianza de los
mercados sólo podría ser restaurada frenando el endeudamiento, según
el modelo alemán. La situación actual muestra claramente que este
análisis y por la política ante la crisis de Angela Merkel y Nicolás
Sarkozy están profundamente equivocados.
En el punto de partida de la crisis en 2007, España tenía una deuda
nacional de tan sólo el 42% del PIB. La hipótesis de que el
endeudamiento irresponsable del gobierno es el origen de los
problemas españoles es insostenible. Los recortes en educación y salud
encajan tan bien con los problemas de España como la quimioterapia con
una hernia inguinal. Las políticas aplicadas han hecho aumentar la
deuda pública, primero al 60% y hoy cerca del 80%. Aun así, España
todavía no supera la ratio de deuda alemana que es más del 81% del
PIB. ¿Por qué entonces España tiene un problema y Alemania no? La
primera razón es el alto endeudamiento privado, de los hogares, las
empresas y las entidades financieras españolas. Esta deuda se formó
–alentada por los dos grandes partidos– en el contexto de una gran
burbuja inmobiliaria. Bancos y Cajas de Ahorro han ido con la ayuda de
las autoridades cubriendo en gran parte sus pérdidas trasladándolas al
futuro. Pero todavía no está claro cuán cuantiosas serán las pérdidas
futuras y en qué medida influirán en el presupuesto estatal. Si el
ejemplo es la experiencia con los bancos irlandeses, que pasaron con
éxito la ‘prueba esfuerzo’ de la Autoridad Bancaria Europea para tan
sólo unos pocos meses después ser rescatados por miles de millones de
euros por parte del gobierno irlandés, es comprensible que los actores
del mercado no confíen en las cifras oficiales. Temen que las
autoridades españolas tengan que aportar miles de millones de euros
más para para superar la crisis bancaria. Esto retiene a los
inversores de comprar bonos españoles y conduce a mayores tasas de
interés.
La segunda razón es el rendimiento económico. La ratio de deuda es una
relación entre la deuda y el volumen de la actividad económica. Debido
a la política de rígida austeridad, los resultados económicos se
desploman y la ratio de deuda aumenta. En esto también radica la razón
del alto déficit presupuestario de estos años. Así que no solamente es
equivocado argumentar que la deuda surgió a causa de los gastos
excesivos del estado español, cuando en realidad provienen de una
burbuja inmobiliaria, sino que la terapia neo-liberal de reducir
drásticamente el gasto público tiene efectos secundarios peligrosos:
agrava la crisis y aumenta sus costos sociales y económicos. El
desempleo –crónicamente demasiado alto en España– ha llegado al 23%,
entre los jóvenes a más de 50%; pero debido a las políticas de recorte
podría aumentar en 800.000 más y alcanzar los 6 millones de
desempleados en 2012. Esto dejará huellas peligrosas en la sociedad.
España no tiene por qué ser ‘rescatada’ ni soportar los injustos
recortes sociales, que se incrementarían con un rescate. Tenemos
propuestas diferentes, que traerían una solución real para España:
La carga de la deuda en el sector privado debe ser transparente para
que pueda ser superada. Los Bancos, en particular las Cajas, deben ser
forzados a una divulgación rápida de la carga de la deuda total en el
sector bancario y permitir el ajuste de los precios inmobiliarios
hacia abajo. Los hogares muy endeudados deben estar respaldados por un
adecuado ordenamiento regulador de la insolvencia. No sirve de nada
continuar de retrasando el problema. La economía real no podrá
soportar la carga de intereses proveniente de la deuda total por mucho
más tiempo, es por eso que actuar pronto es políticamente oportuno,
también en los intereses de los acreedores. Si no se hace nada, cuando
aparezcan los problemas de falta capital de los bancos españoles en
toda su desnudez la deuda del estado español aumentaría en el corto
plazo. España no se puede permitir esto.
Lo que España necesita no es su rescate como país sino un fondo de
rescate bancario europeo para rescatar los bancos. El ejemplo son los
EE.UU. A diferencia de Europa, allí no son los contribuyentes de los
estados miembros individuales los responsables del rescate de los
bancos, sino la FDIC, un fondo bajo la supervisión del gobierno
federal, que se financia mediante una exacción de los bancos. Con el
fondo de rescate bancario europeo que proponemos las cargas
adicionales de los bancos no acabarían en el presupuesto español, sino
que serían apoyadas por un fondo de rescate europeo, financiado por
sus contribuyentes, es decir por los bancos mismos. Esta es
exactamente la diferencia con respecto a la posible utilización del
Fondo Europeo de Estabilidad Financiera para la recapitalización que,
en última instancia, nuevamente sólo es un préstamo a España, con el
consiguiente aumento de la carga de la deuda del estado español y la
correspondiente hostilidad de inversores. Un fondo de rescate bancario
europeo separa el riesgo de los bancos del riesgo estatal, lo que
permitiría al gobierno español desprenderse del dominio de los bancos
españoles y de la presión de los mercados.
En segundo lugar, España tiene que ser protegida de nuevas subidas de
tasas de interés. Cada deudor puede, si las tasas de interés suben lo
suficientemente alto, ser empujado a la quiebra. Por lo tanto, los
estados en una unión monetaria son más vulnerables a la incertidumbre
del mercado financiero. En tal situación, el gobierno español se ve
presionado a una política de recortes, muy dañina también a medio y
largo plazo. Esto impide a España salir de la crisis y proteger a los
sectores sanos de una caída continua de la economía. Sería mejor si
los países europeos se protegieran entre sí contra este riesgo de un
aumento en las tasas de interés. El instrumento para esto es el fondo
de la vieja deuda, según el propuesto del concilio alemán de expertos,
que sería financiado por eurobonos comunes hasta que la deuda se
reduzca en cada estado.
¿Por qué estas propuestas no se aplican? Angela Merkel las bloquea,
apoyada por Sarkozy y otros líderes europeos. Una de las razones de
ese bloqueo es la ideología conservadora que siempre identifica el
gasto público como la raíz de todo mal y que lleva tiempo tratando de
debilitar la Europa social. Ahora, se utilizan estos tiempos de crisis
para las privatizaciones y reducciones de gastos sociales, que siempre
quisieron hacer. Además, con esa presión sobre los países europeos
periféricos aparentemente se pretende proteger los intereses de los
contribuyentes nacionales de los países centrales, lo cual es muy
popular. Sin embargo, esto es engañoso. El aumento de las tasas de
interés en España tiene como consecuencia bajas tasas de interés en
Alemania, ambos fenómenos tienen como resultado una fuga de capital no
productivo de los países periféricos en crisis hacia Alemania; pero
esto contribuye a una burbuja financiera en Alemania, que debe ser
evitada con urgencia. Por otra parte, la fortaleza exportadora de
Alemania depende de que los estados vecinos vayan bien. Por lo tanto
el interés real para la ciudadanía de Alemania no pude ser otro que el
de solucionar rápidamente los problemas de Europa en común. La
política conservadora en esta crisis está protegiendo especialmente
los intereses de los grandes bancos y fondos en cada uno de sus
países, en detrimento de muchos millones de desempleados y de aquellas
personas que debido a los recortes ya no reciben los servicios
públicos necesarios en salud y educación, sin que la ciudadanía de
ninguno de los países se vea beneficiada y con riesgos crecientes para
todos.
Para que nos entendamos: Las deudas altas, formadas por la crisis,
deben ser reducidas. Sin embargo, existen mejores medidas que los
recortes a los más necesitados. Si en vez de priorizar la actuación
frente a la deuda pública se actúa sobre la deuda privada de las
entidades financieras, que es mucho más cuantiosa. Si en vez de
recortes sociales y reducción de la inversión púbica como forma de
hacer frente a la deuda pública, se incrementan los impuestos al
patrimonio y se implantan los impuestos verdes para dinamizar un
cambio de modelo productivo hacia la economía verde, podemos salir del
laberinto al que nos han llevado la especulación inmobiliaria y
financiera y las políticas neoliberales de los partidos tradicionales.
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