Desde primera hora no se habla de otra cosa. No hay tertulia en la radio que no trate el tema. La evolución de la prima de riesgo de las deudas públicas de España e Italia nos lleva directos al abismo donde nos esperan todos los males del infierno. Es la tormenta perfecta. Una nueva sacudida del shock que el capital necesita para, en el momento adecuado forzar una nueva vuelta de tuerca contra el estado del bienestar. Como muy bien explica Naomi Klein en La doctrina del shock, el neoliberalismo expande sus recetas a traves de la aplicación de terapias de shock. Se trata de arrinconar a una sociedad aterrrizada, y ofrecerle recetas que le salvarán de la terrible situación a la que se enfrenta, siempre basadas en la reducción de los derechos sociales y el desmantelamiento del Estado. A lo largo de la historia reciente del mundo son muchos los casos en los que se ha aplicado esta terapia. Ahora se está haciendo en el sur de Europa, y lo estamos viviendo en directo.
Ya lo vimos en mayo, cuando un Zapatero aterrorizado ante la amenaza de los mercados adopta los recortes más drásticos que se recuerdan, para tratar con ello de contentar a los especuladores, y evitar la intervención de España. No lo consigue del todo, porque cada pocos meses el electroshcok vuelve a aplicarse, y ahora estamos en otra sesión.
Absolutamente fuera del entendimiento ciudadano, la gente asiste atónita y en estado de shock a todo este ajetreo de las deudas, los intereses, y las primas de riesgo, que parecen moverse al albur de una agencias privadas de calificación cuya solvencia ya quedó en entredicho en la crisis de 2008. Pero como herramientas clave para el shock, no parece su credibilidad padezca en proporción a sus errores.
Mientras el sur de Europa sufre las sacudidas, el norte nos mira con la altanería de quien se cree inerme. ¿Dónde está Europa en este tránsito? Una Unión Europea gobernada en 20 paises por partidos conservadores, y con una socialdemocracia rendida observa pero no hace nada. Si Europa fuera más que la actual reunión de mercaderes ya estarían persiguiendo con firmeza a los especuladores, y construyendo el Green New Deal que necesitamos para salir de esta situación. Pero al fin y al cabo, son ellos mismos.
No hay otra receta posible que continuar la rebelión. A los mercados hay que oponer la política. No caigamos en ese estado de terror paralizante que sigue al shock. Es necesario recuperar el control.
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