Sólo han pasado dos años desde la Cumbre de Copenhague contra el cambio climático, y parece que hace ya una década de aquella reunión. Tanto es lo que ha cambiado la realidad en tan poco tiempo. Pero estoy seguro que el mundo hoy seria un lugar distinto si efectivamente en la COP15 (Copenhague) se hubiera firmado el anhelado acuerdo para poner freno a las emisiones que causan el cambio climático. Ahora en Durban la COP17 se celebra en términos muy diferentes de la reunión en la capital danesa, pero el problema del cambio climático se sigue agravando.En 2009 el mundo estaba expectante ante los resultados que podría deparar una Cumbre que comenzaba con la concesión del Premio Nóbel al entrante Presidente Obama. Después del auge del negacionismo con Bush, muchos esparabamos que Obama hiciera buena la esperanza de que Estados Unidos finalmente actuaría para frenar las emisiones causantes del cambio climático. no fue así, y ahí empezó la debacle. Ante la falta de voluntad de la administración Obama, las potencias emergentes encabezadas por China fueron renunciando a comprometerse. Al final…nada.
La Unión Europea de 2009 todavía no estaba inmersa en la crisis que vivimos hoy. Pero una UE gobernada mayoritariamente por la derecha conservadora no estuvo dispuesta a liderar una corriente de ambición en la lucha en defensa del clima. Su falta de liderazgo llevo a Europa a la marginación ante el emergente bloque EEUU-China.
Los unos por los otros, lo cierto es que no hubo acuerdo vinculante, ni justo, ni ambicioso. Se cerró la Cumbre danesa con un papel en el que cada país escribió sus compromisos, y poco más. EN definitiva…nada.
Aquel fracaso ha tenido consecuencias: en 2010, y pese a la crisis económica, las emisiones globales crecieron en un 5%. Era de esperar: no habiendo obligación, ¿por qué actuar?
Dos años después, la Cumbre de Durban (COP17) transcurre en medio de la indiferencia general. El cambio climático cada vez es más grave, y sus impactos ya no sólo se sienten en el Artico o en los glaciares, sino que empeizan a sentirse en lugares más cercanos como en el precio de los alimentos. Reacios a la foto de un nuevo fracaso, a Durban no irán los jefes de estado de los países ricos.
En Copenhague empezó a escribirse la historia de un fracaso; el fracaso de la Humanidad para hacer frente a su principal reto, el de salvar la Tierra, nuestra casa.
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